2 l AT i 2

Nos saludamos con bromas, nos besamos, nos amamos, y caminamos por las calles de siempre en medio del helado setiembre, ese setiembre que nos castigaba con un frío incomparable así como inexplicable. Llevaba los guantes míos que le había obsequiado y que le quedaban grandes Yo, por mi parte, llevaba su chalina verde que me había prestado para superar mi fuerte resfrío, como todos los que siempre tengo.

Ella de repente, en medio de nuestras conversaciones sobre temas muy importantes, me menciona que se va, que se iba de viaje, y el razonamiento y reflexión del tema trajo consigo muchas cosas.

Dijimos mucho, lloramos mucho, nos confesamos mutuamente, fue una de las pocas veces o quizás la única, en que he visto a una persona abrir su corazón, y yo lo hice también, lo que de repente nunca había hecho, abrí mi corazón, para que ella mirara, para que entrara y explorara esa habitación desordenada, confusa, esas cuatro paredes adornadas con cuadros suyos, con sus recuerdos, con mis sentimientos, esas cuatro paredes de mi corazón pintadas color melón.

Me sentí muy mal por cosas futuras, cosas que creí ya había meditado, pero que retan nuevamente mi capacidad de hacer razonamientos, desafían toda teoría existente con argumentos tan simples, hechos que se sienten, que duelen, que me hacen llorar en sus hombros.

Me hizo sentir tan amado, de muchas formas, de su forma y de la mía, porque ella me dice que tenemos distintas formas de amar, de ser felices, y yo la verdad le creo. Me doy cuenta de que eso es cierto, hay muchas formas de amar, de ser felices. Mientras amemos, nos sentiremos vivos, seremos humanos, lloraremos y luego reiremos como locos, mientras nuestras lágrimas aún broten al azar una tras otra y uno pase de abrazado a abrazador.

Yo amo, yo vivo, soy humano, soy feliz, te amo.


Comentarios

Entradas populares