...La ComBi...

Venía de la universidad, había habido una verbena y yo tenía uno que otro vaso de cerveza encima, no estaba nada mareado (pfff en serio). Aún así, me vine medio dormitando casi todo el largo camino que normalmente toma ir desde la universidad hasta mi casa. Tomé mi segunda “combi” , y medio despierto y medio dormido iba distinguiendo cómo las luces naranjas de los postes se alejaban de mí, se acercaban de nuevo.

Subió a la combi una silueta femenina que al principio no me llamó para nada la atención, pero cuando se sentó, empecé a notar en ella algo familiar, me parecía conocerla, el miedo a equivocarme me hizo callar. Iba conversando con un muchacho de su misma edad, ha de ser su novio, pensé. Seguía pensando que la conocía, y pensé y pensé y cuando ella se rió, cuando mostró esa sonrisa de dientes blancos y de ojos chinitos, la identifiqué, se trataba de Milagritos, la niña de quien estaba perdidamente enamorado en el colegio, era ella, su voz, su risa, sus ojos… era ella.

Mantenía aún su rostro inocente de la primaria, su forma de vestir seguía siendo sobria, llevaba una chompa verde y unos aretes pequeños como los que solía llevar al colegio, no lo podía creer, y justo esa noche estaba pensando en ella… No podía dejar de observarla, quería contemplar cada milímetro de su rostro, verla sonreír, pues me alegraba y me hacía recordar la forma inocente en que la amaba. La observé tanto que no me di cuenta de que me había pasado el paradero.

No le dije nada, quizás por temor a confundirme o por simplemente continuar con la forma en que la amé en el colegio: en silencio. Esa noche recordé la inocencia y la pureza de los sentimientos que tuve y que felizmente aún puedo sentir.


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