ArbOl CaÍdO

Papá siempre soñó con tener una huerta en casa. Algún tiempo tuvimos papas, caiguas, maíz y hasta camote, todo lo cosechamos con regular suerte. Pero papá siempre apuntó a un árbol. Algo que estuviera de manera perenne, emocionándonos en cada temporada con sus flores y luego regalándonos sus frutos como premio a la espera.

Sólo tuvimos en casa un escuálido palto. En sus mejores tiempos había sido un poco coposo. Floreaba cada año y cada año teníamos la expectativa de que iba a ser bueno para nuestro verde centro de jardín... Aparecían las amarillas flores, aparecían los frutitos, graciosos todos, verdes y brillantes todos. Y caían todos, rendidos, tirando la toalla no sé porqué, mi palto escuálido, que tuve cuando niño, jamás nos dio una sola palta, jamás nos regaló el premio a la espera, sólo nos dejaba esperando…. Y esperando…

Odié a esa planta, hasta donde recuerdo, ella nunca creció y los años que pasaban iban acabando con ella… la olvidamos y al final se secó, se secó una tarde de mayo, sí, fue en otoño, en una de esas tardes en que uno todavía puede ver el ocaso y sentirse tan triste… mientras el frío viento se lleva nuestras lágrimas...

Nunca tuve un árbol noble en casa, todos me fallaron, ninguno dio frutos…