A vOlAr ComEtA


Y llegaban las vacaciones y no perdíamos el tiempo en nuestras casas, sino que procurábamos estar la mayor cantidad de tiempo en la calle jugando al juego que esté de moda, ya sea a las bolitas, al trompo o volar nuestras cometas.

Sin preocuparnos si sea o no temporada de vientos fuertes, la razón de las vacaciones eran suficientes como para buscar algo de carrizo y plástico o papel y volvernos unos artesanos de cometas, aquellas naves sobre las cuales iban nuestros sueños y alegrías.

Una buena cometa se construía a partir de un buen material, así que teníamos que conseguir buen carrizo, ligero y resistente. Buscando a ver si encontrábamos algún vecino que nos venda o algún otro que se deje gorrear “ya pes no vas a usar todo, regala pes”. Los más desesperados por la codiciada materia prima sacaban a hurtadillas parte de las esteras de los vecinos, lo bueno de ese carrizo era su flexibilidad, pero no era el mejor si uno quería conquistar el cielo, se torcían mucho a grandes alturas, y tampoco era bueno si uno no podía correr del vecino que lo descubría destrozando su choza.

Competíamos en distancia, en altura y en “pelea de cometas”. En distancia ganaba el que tenía más pabilo, el que había comprado más lana o hilo o el que había desatado la chompa de lana más grande. En altura no sólo dependía de longitud de la cuerda sino el diseño. Algunos modelos podían llegar a volar más alto que otros, otros tenían más estabilidad, algunos chicos del barrio como Lucho creían ser todos unos ingenieros en aeronáutica cuando hablaban de las ventajas y limitaciones de todos los modelos de cometas. Yo también llegué a convertirme en un gurú de la cometonáutica.

Los modelos más populares eran de “cometa pava” o “barril”, la cometa “X” y también las estilizadas cometas en cruz o en flecha. Sin duda mi modelo favorito era la cometa en forma de flecha, me esforzaba haciéndola con religioso cuidado para que cada cuerda esté bien atada, que cada nudo sea firme y poniendo mi alma en ella, sí, ponía parte de mi espíritu en mis cometas para que junto con ellas llegue al cielo, compita con las aves y sienta al viento, que se levante imponente sin importarle nada, que esté tranquila siendo feliz en los aires.

Las vacaciones terminaban y la temporada de cometas también, los postes se convertía en el cementerio de decenas de cometas que habían quedado ahí, viendo su vuelo frustrado, el atardeced naranja y el viento frío del otoño entrante me decían que ya había tenido bastante ese verano con las cometas, pero si bien ya no lo hacía, mi alma quería seguir volando por los aires.

Comentarios

ZmS ha dicho que…
Viejo no tengo tiempo de leero porque ando de salida pero me alegra que aun escribas. Justo yo acabo de publicar algo en mi blog luego de años. El proximo comentario sera referido a el texto.
UN FUERTE ABRAZO y nos vemos espero
ZmS ha dicho que…
Pero de hecho aun eres tremendo cometero...
Interesante viejo, "COMETONAUTICA" buena alucinada. Cuando nos tomaremos unas chelas, o un cafe si no bebes.
otipicni ha dicho que…
gracias por lo de cometero, y con orgullo!!!!
jaja
Carlos N ha dicho que…
Quien te viera en la UNI, sumergido en la complejidad (o superficialidad) de lo real, no imaginaría que tuvieras tal percepción de tu entorno. Solo he leido este post (para ser sincero), pero basta para notar que el amigo Quino posee un rasgo extraño, dificil de encontrar en estos días: Humanidad.
Saludos
(buen blog)
carlos ha dicho que…
por alguna estupida razon nunca logre volar un cometa eh saludos

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