No voy a la playa. No no y no.
No voy a la playa no no y no. Aunque ya nadie me lo pide, ya todos saben que la playa no está en mi lista de lugares favoritos de verano. No me gusta la playa por muchas razones. No me gusta la playa por la arena pegada en todo mi cuerpo, porque detesto que una ola me coja desprevenido y luego tenga que tragar agua salada. No me gusta la insolación y el par de días de sufrimiento con la erisipela causada por el cada vez más cancerígeno sol que ataca sin piedad durante los veranos limeños. Detesto salir del agua con los bolsillos llenos de arena y vacíos cuando antes de entrar habían monedas. No me gusta porque una vez me peleé con unos hermanos que le tiraron barro a mi prima y luego yo hice lo mismo con uno de ellos y luego a correr y al fin me alcanzaron, eran dos grandulones contra un Otipicni de apenas 6 años y me dolió mucho la golpiza que me dieron. No me gusta la playa porque me da asco el pensar en la gente que orina en la playa y estoy seguro de que la gente lo hace porque